Marieta (Mónica Cervera) quiere dejar de una vez de llamarse Adolfo, que desaparezca ese nombre de su DNI. Llamarse como su padre y tener los mismos veinte centímetros entre las piernas, le produce repelús. Marieta quiere lla-marse Marieta y ser una mujer respetada y con todas las de la ley. Sufre de narcolepsia, la enfermedad del sueño, y siempre se queda dormida en el momento menos oportuno. Pero en sus ataques de sueño, que dan origen a los números musicales, Marieta canta ma-ravillosamente y habla idiomas. Hoy Marieta se ha despertado tira-da en un descampado, a cuarenta kilómetros de Madrid. Marieta vi-ve con Tomás (Miguel O'Dogherty), un enano que siempre anda metido en líos. En el patio interior de la casa, asomados a las ven-tanas se dan cita los vecinos: Berta (Concha Galán), su vecina de arriba que trabaja en un sex shop y a la que Marieta cuida de su hi-jo, Paulito; Don Emiliano, rollo fraile octogenario o Pili, la Pelos, una prostituta con cara de niña y con más años que la vieja peluca que usa para trabajar. También son vecinas las hermanas Maria-nas, dos colombianas deformadas por las hormonas y la silicona y que al colgar su ropa dejan sin sol a las vecinas de abajo. Pero la peor de todas es la Candelaria (Pilar Bardem), propietaria del edifi-cio, llena de mala uva y la casa llena de gatos. Marieta hace la compra en el mercado, en el puesto de verduras de las hermanas Rebeca’s. Allí conoce al reponedor (Pablo Puyol) y a su culo de melocotón. Sueña con la vida que podría tener junto a él, sueña con un vestido de novia precioso, con su hogar, su luna de miel, su primer hijo, su primera infidelidad, sus crisis y sus reconciliaciones y hasta en la vejez.martes, 18 de enero de 2011
20 cm.
Marieta (Mónica Cervera) quiere dejar de una vez de llamarse Adolfo, que desaparezca ese nombre de su DNI. Llamarse como su padre y tener los mismos veinte centímetros entre las piernas, le produce repelús. Marieta quiere lla-marse Marieta y ser una mujer respetada y con todas las de la ley. Sufre de narcolepsia, la enfermedad del sueño, y siempre se queda dormida en el momento menos oportuno. Pero en sus ataques de sueño, que dan origen a los números musicales, Marieta canta ma-ravillosamente y habla idiomas. Hoy Marieta se ha despertado tira-da en un descampado, a cuarenta kilómetros de Madrid. Marieta vi-ve con Tomás (Miguel O'Dogherty), un enano que siempre anda metido en líos. En el patio interior de la casa, asomados a las ven-tanas se dan cita los vecinos: Berta (Concha Galán), su vecina de arriba que trabaja en un sex shop y a la que Marieta cuida de su hi-jo, Paulito; Don Emiliano, rollo fraile octogenario o Pili, la Pelos, una prostituta con cara de niña y con más años que la vieja peluca que usa para trabajar. También son vecinas las hermanas Maria-nas, dos colombianas deformadas por las hormonas y la silicona y que al colgar su ropa dejan sin sol a las vecinas de abajo. Pero la peor de todas es la Candelaria (Pilar Bardem), propietaria del edifi-cio, llena de mala uva y la casa llena de gatos. Marieta hace la compra en el mercado, en el puesto de verduras de las hermanas Rebeca’s. Allí conoce al reponedor (Pablo Puyol) y a su culo de melocotón. Sueña con la vida que podría tener junto a él, sueña con un vestido de novia precioso, con su hogar, su luna de miel, su primer hijo, su primera infidelidad, sus crisis y sus reconciliaciones y hasta en la vejez.
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